miércoles, 9 de marzo de 2011

La parte líquida de la Tierra

Si observamos por ejemplo esta imagen (Océano Pacífico), podemos darnos cuenta de que la mayor parte de la superficie terrestre está cubierta de agua. Casi las tres cuartas partes de la Tierra están cubiertas de agua (¿no deberíamos llamarlo planeta Agua?). En las zonas continentales también podemos encontrar agua formando ríos, lagos, embalses, aguas subterráneas y en los polos de la Tierra y en la cumbres de las montañas también podemos encontrar agua, esta vez en su forma sólida. Por último podemos encontrar agua en ciertas capas de la atmósfera, esta vez en forma de vapor de agua (gas) formando las nubes. Todo ello (agua sólida, líquida y gaseosa) es lo que denominamos hidrosfera terrestre. Según el diccionario de la Real Academia de las Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, la hidrosfera se define como "el conjunto de las aguas que cubren parte de la superficie terrestre, la zona externa del planeta en la que existe agua en forma gaseosa, líquida o sólida (superficial o subterránea)".
La mayor parte del agua de nuestro planeta se encuentra en estado líquido, formando los océanos y, en las zonas continentales, formando ríos, lagos y aguas subterráneas. En estado sólido lo podemos encontrar en los casquetes polares y en las cumbres de las montañas. En estado gaseoso (vapor de agua) lo encontraríamos en la atmósfera.
La hidrosfera terrestre es, también, el sustento de la vida. La vida aparece en los océanos, en el agua, y un porcentaje muy alto de todos los seres vivos es agua (entre el 60% y el 75% del peso de los seres vivos es agua).
- La Tierra es el único planeta conocido con agua: F
- Se sabe con certeza que no hay agua en la Luna: F
- En la Tierra hay agua en los tres estados: V
- En el planeta Venus hay vapor de agua: V
- La Tierra es el único planeta del S.S. (*) con agua líquida: V
- No hay agua en Mercurio, porque está muy cerca del Sol: F
- La atmósfera de Venus es vapor de agua y nada más: F
- La atmósfera de Venus contiene vapor de agua: V
- La atmósfera de Marte contiene vapor de agua: V
- La atmósfera terrestre contiene vapor de agua: V

(*) S.S. = Sistema Solar
Parte del agua que hay en la Tierra nos llegó desde el espacio exterior, donde enormes cantidades de hidrógeno (H) y oxígeno (O) se combinaban para formar lo que conocemos como "hielo espacial".
Muchos cometas chocaron contra la Tierra y aportaron mucha agua extraterrestre a nuetra primitiva hidrosfera. Así pues, una parte de la hidrosfera tiene un origen extraterrestre; el resto se originó - y sigue haciéndolo - a partir de la combinación de H y O en el interior de nuestro planeta. Puede verse aún hoy salir vapor de agua en géiseres, manantiales termales y volcanes.
El hielo que forma los icebergs está originado en los glaciares continentales, y por ello pueden alcanzar dimensiones considerables. No procede del agua marina porque el hielo o banquisa que se forma en la superficie del Océano Ártico, por ejemplo, nunca llega a tener un espesor grande, ya que la presión que recibe el agua a varios metros de profundidad es lo suficientemente grande como para impedir que se congele.
El hielo es menos denso que el agua líquida; por eso flota, y por eso, también, no puede formarse hielo a cierta profundidad: más aún, el hielo que se forma en la banquisa del Océano Ártico también está formado por agua dulce y se forma más por escarcha que por nieve, por lo cual procede del agua atmosférica.

Un iceberg es un pedazo grande de hielo desprendido de un glaciar (formado a partir de nieve que se transforma en hielo).
Los iceberg son arrastrados a la deriva, mar adentro, y terminan por fundirse al llegar a sitios más cálidos. De un iceberg sobresale del agua sólo una octava parte de su volumen total, por lo que estos bloques gélidos constituyen un peligro para la navegación, ya que pueden alcanzar dimensiones enormes.
Un iceberg no es agua de mar congelada. La nieve acumulada durante siglos en tierra firme ártica y antártica se compacta y forma el hielo glaciar de los casquetes polares. En la costa se desprenden los peligrosos iceberg.
Un glaciar es una gruesa masa de hielo que se origina en la superficie terrestre por acumulación, compactación y recristalización de la nieve. Su existencia es posible cuando la precipitación anual de nieve supera la evaporada en verano, por lo cual la mayoría se encuentra en zonas cercanas a los polos, aunque existen en otras zonas montañosas.
Un 10% de la Tierra está cubierto de glaciares, que almacenan unos 33 millones de Km3 de agua dulce. En épocas pasadas, durante las glaciaciones, se extendían por zonas de baja altitud y en todas latitudes.
Hay dos tipos de glaciares: de casquete y de montaña. Los glaciares de casquete son enormes, cubriendo extensas zonas continentales. El mayor de estos glaciares de casquete es el que cubre el continente antártico, en el Polo Sur. En la Antártida hay zonas donde el hielo tiene hasta 2 Km de espesor. Los glaciares de montaña son como ríos de hielo que bajan lentamente, pudiendo encontrarse en zonas alejadas de los polos, como los Alpes, los Andes o la cordillera del Himalaya.
Además de los glaciares, hay otro tipo de hielo en nuestro planeta: la banquisa. Esta banquisa es una delgada capa de hielo que se forma sobre la superficie marina durante el invierno, fundiéndose en el verano.

Las precipitaciones (lluvia, nieve y granizo) reemplazan el agua que los océanos pierden por la evaporación.

Cuando el agua del mar se evapora sube y, al enfriarse, el vapor se condensa alrededor de partículas microscópicas de polvo o de polen y así nacen las nubes. Cuando las gotas de agua dentro de las nubes chocan, se hacen cada vez más grandes y caen como lluvia. La lluvia y otras precipitaciones reemplazan el agua perdida y el ciclo empieza de nuevo. El ciclo del agua no se detiene nunca. Este ciclo se debe a la evaporación, condensación y precipitación.
Todos los seres vivos que pueblan nuestro planeta dependemos del agua. Somos dos tercios agua, y el agua que guardamos en nuestros cuerpos ha recorrido un largo camino para llegar hasta nosotros. El agua que bebemos ha formado parte de los océanos más profundos del planeta.
Cuando el agua del mar se evapora gracias al calor del Sol, sube y, al enfriarse, el vapor se condensa y forma las nubes.La lluvia reemplaza el agua que pierden los océanos y el ciclo empieza de nuevo. El ciclo del agua no se detiene nunca.



1 Calor del Sol (provoca la evaporación)
2 Evaporación (paso de líquido a gas)
3 Vapor de agua (agua en estado gaseoso)
4 Condensación (cambio de gas a líquido)
5 Nubes (se forman por la condensación del vapor)
6 Precipitaciones (lluvia, nieve y granizo)
7 Transpiración (los bosques emiten vapor de agua)
8 Ríos y glaciares (llevan agua en dirección al mar)
9 Superficie terrestre (por ella discurren los ríos y glaciares)
10 Mares y océanos (cubren 2/3 de la superficie del planeta)
El clima es el resultado de la interacción de la atmósfera, la hidrosfera y el Sol. El clima suele definirse en términos de temperatura y pluviosidad, factores que están relacionados con los procesos del ciclo del agua.
La temperatura de una zona depende de la humedad ambiental y de la cantidad de agua condensada. En las zonas costeras, donde hay mucha humedad y condensación, los cambios de temperatura (día-noche e invierno-verano) no son muy bruscos. En cambio, en los desiertos, donde hay poca humedad y condensación, los cambios de temperatura son muy bruscos.
corrientes marinas también influyen mucho en el clima de una zona, calentando o enfriando el aire, especialmente en zonas costeras.
Si se rompe el equilibrio natural del ciclo del agua, se producen sequías e inundaciones. Los seres humanos estamos alterando este equilibrio natural y, por consiguiente, estamos alterando el clima.

El ciclo del agua influye mucho en el paisaje, ya que la circulación de agua de los continentes hacia el mar es la principal responsable del desgaste de la superficie terrestre. Tanto las aguas continentales como las aguas marinas son agentes de erosión, transporte y sedimentación, contribuyendo, en consecuencia, a modelar el relieve.


Las moléculas de agua se atraen unas a otras. Ello se debe a que cada una de ellas tiene dos polos: uno positivo y otro negativo, atrayéndose los polos opuestos. Esa fuerza hace que las moléculas no se separen en estado sólido o líquido. Pero cuando aumenta la temperatura se rompen estas uniones y las moléculas se separan, pasando entonces el agua al estado de vapor o gaseoso.
La fórmula H2O significa que cada molécula de agua está formada por dos átomos de hidrógeno (H) y un átomo de oxígeno (O).
Cada molécula de agua es como un pequeño imán, con un polo positivo y otro negativo. Por eso las moléculas de agua se atraen entre sí. También son capaces de atraer a algunos materiales a los que mojan (por ejemplo el vidrio de las ventanas). Esta polaridad del agua también explica que el agua pueda disolver muchas sustancias, como por ejemplo la sal o el azúcar.
La sal es cloruro sódico (está formada por la unión de dos elementos químicos: cloro y sodio). Cuando entra en contacto con las moléculas de agua, estas son capaces de separar los átomos de cloro y sodio, que quedan con cargas eléctricas negativa y positiva, es decir, en estado iónico. Al cabo de un rato (y mejor agitando) la sal se ha disuelto, lo que quiere decir que sus átomos se han separado y mezclado de forma homogénea con las moléculas de agua.
El agua tiene unas propiedades únicas que la hacen muy apropiada para la vida. Una de estas propiedades consiste en que es un gran disolvente, es decir, es capaz de disolver muy bien muchos tipos de sustancias.
En la imagen podemos ver cómo las moléculas de agua pueden separar y disolver la sal. Además de la sal, el agua es capaz de disolver muy bien otras muchas sustancias, como por ejemplo las sales minerales del suelo que una planta necesita para la fotosíntesis.
Otro ejemplo de la importancia del agua como disolvente es el siguiente: nuestra sangre lleva disueltas sustancias como azúcar, hormonas, etc. Estos solutos son transportados muy bien por el hecho de estar disueltos.
El agua del mar no es una sustancia pura, sino una mezcla homogénea, una disolución. El mar es salado porque ha ido acumulando, durante millones de años, sales disueltas que los ríos llevan hacia el mar. Cuando se evapora el agua marina no se evaporan las sales que lleva disueltas.


El agua tiene una gran importancia para los seres vivos. Al ser un buen disolvente de muchas sustancias, el agua permite la vida. También permite que los seres vivos podamos regular nuestra temperatura, evitando un sobrecalentamiento.
Muchos animales acuáticos, como peces, cangrejos, etc, pueden tomar oxígeno (O2) que hay disuelto en el agua gracias a unos órganos respiratorios llamados branquias. Las plantas acuáticas toman el dióxido de carbono (CO2) que necesitan para realizar la fotosíntesis.
Antes de llegar a nuestras casas, el agua captada de los ríos, embalses o de los acuíferos (aguas subterráneas), debe someterse a una potabilización, es decir, a un tratamiento para convertirla en agua potable. No es lo mismo potabilizar el agua que depurarla. La depuración de las aguas residuales consiste en tratarlas para devolverlas al medio ambiente limpias y, de este modo, contaminar menos la hidrosfera.
La tecnología moderna permite utilizar el agua del mar gracias a las plantas desaladoras. El gran inconveniente de estas desaladoras es que consumen mucha energía.
La contaminación del agua se define como la alteración de su calidad natural, debida en parte o por completo a la acción humana, que la hace inadecuada para el uso al que se destina o perjudicial para la salud o el medio ambiente.
Es triste que estemos contaminando tanto el planeta y sus agua, pero estamos a tiempo para cambiar. Todos debemos aportar nuestro granito de arena y, como ciudadanos, debemos ahorrar agua y también exigir a los políticos que pongan más depuradoras y hagan otras actuaciones para que haya un desarrollo sostenible.

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